El dúo de La Camarga… o nuevas elecciones en junio

España se ha ido a dormir este 20-D sin saber quién será el huésped de La Moncloa durante los próximos cuatro años. En todo caso, Mariano Rajoy lo tiene imposible para poder revalidar el cargo.., excepto si se abre a la formación de una grosse koalition con el PSOE, anhelada por el rey Felipe VI y por los poderes fácticos y económicos que manejan el cotarro.

Los 123 escaños obtenidos por el PP quedan muy lejos de la mayoría absoluta de 176 votos y la suma con los 40 escaños de Ciudadanos no es suficiente, ni mucho menos. Tampoco con el hipotético apoyo del PNV (6 escaños) y de Coalición Canaria (1 escaño) no llegaría a la cifra mágica.

Algo parecido le pasa al PSOE de Pedro Sánchez, que salva dignamente los muebles (90 escaños), con la excepción de Catalunya, donde Carme Chacón ha naufragado estrepitosamente. El polo de izquierdas a la portuguesa no suma con Podemos (69 escaños) y Unidad Popular-Izquierda Unida (2 escaños), ni tampoco con una quimérica alianza con los nacionalistas vascos y canarios.

En este confuso panorama, que se tendrá que ir clarificando en las próximas semanas, sólo hay dos variantes factibles para garantizar la gobernabilidad:

1. La grosse koalition PP-PSOE, siguiendo el modelo alemán, favorecida por la mayoría absoluta que ha obtenido el PP en el Senado y que bloquea, de entrada, los cambios que quisiera introducir el hipotético polo de izquierdas, en caso de que llegara a cuajar. Al fin y al cabo, España es un alumno aplicado de fräulein Merkel y, del mismo modo que se han hecho brutales recortes presupuestarios, también podemos copiar su grosse koalition y, ya puestos, incluso su modelo de Constitución federal.

2. Un pacto PSOE-Ciudadanos, siguiendo el modelo andaluz, con la abstención pragmática de Podemos. Difícil, pero no imposible. Albert Rivera, que se creía el «rey del mambo», ha salido muy tocado y descolocado de este 20-D y necesita recuperar el protagonismo político si no quiere que Ciudadanos se convierta en un «partido soufflé» como UPyD.

Los 17 escaños independentistas de Esquerra Republicana (ERC) y Democràcia i Llibertat (DiLL) sirven de muy poco. De entrada, porque han manifestado que su presencia en Madrid es para defender y negociar la secesión y, por lo tanto, es contradictorio que entren en el juego de alianzas para garantizar la estabilidad del futuro gobierno español. En segundo lugar, porque resulta inimaginable que ERC apoye al PP de Mariano Rajoy o que DiLL lo haga con el PSOE de Pedro Sánchez.

En Catalunya, la nítida victoria de En Comú Podem es un voto de apoyo a la «tercera vía» que representa la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que se ha ido ganando el aprecio de la gente, a pesar de la precaria mayoría que tiene en el Ayuntamiento. Las tres fuerzas más votadas –En Comú Podem (12 escaños), ERC (9 escaños) y PSC (8 escaños)- son las representativas del electorado catalán de izquierdas, que ha impuesto de manera clara y contundente su hegemonía política… que, en cambio, no tiene (todavía) correlación visible en el Parlament de Catalunya.

El presidente en funciones Artur Mas se ha llevado una sonora bofetada este 20-D, a través de su escudero Quico Homs, que era el cabeza de lista de la marca Democràcia i Llibertat. Si la coalición CiU obtuvo en las elecciones españolas del 2011 un total de 16 escaños y más de un millón de votos, erigiéndose en la fuerza política más votada en Catalunya, cuatro años después ha sido la hecatombe: Convergència i Unió se han divorciado, Duran Lleida se ha quedado sin representación en el Congreso, DiLL ha perdido la mitad de los votantes y ha quedado relegada, con 8 escaños, a la cuarta posición en el ranking que ha definido el 20-D.

En resumidas cuentas, un desastre que deja a Artur Mas en una posición muy desesperada. ERC ha hecho, nuevamente, el sorpasso a CDC y, desde la cuarta posición lograda este 20-D, es muy difícil que Artur Mas pueda defender a capa y espada su investidura como presidente de la Generalitat. El problema ya no lo tiene la CUP. Ahora, la disyuntiva sobre la investidura se ha trasladado al interior de la coalición Junts pel Sí que, más temprano que tarde (la fecha tope es el 9 de enero), tendrá que proponer un nuevo candidato de consenso a la CUP si quiere evitar el escenario imprevisible de unas nuevas elecciones el mes de marzo, con Ada Colau y la plataforma En Comú Podem en racha victoriosa.

En este escenario, el «proceso» queda relegado indefectiblemente a un segundo plano. Su reactivación puede ser, de manera paradójica, la clave que favorezca y acelere la deseada –por unos- y temida –por otros- grosse koalition. Vivir para ver. Al final, el dúo de La Camarga –Alicia Sánchez Camacho y José Zaragoza- volverá a hacer manitas manitas.

O esto o elecciones anticipadas el próximo mes de junio.

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