No participo de la pasión de algunos periodistas y muchos ciudadanos que analizan segundo a segundo las evoluciones del ‘proceso’ y sus múltiples interpretaciones y pasos. El tiempo que la vida nos concede es limitado y en su dosificación no llego a tanto. Pero entiendo que es indiscutible que Artur Mas hará lo que haga falta y mucho más para ser investido presidente de la Generalitat en la próxima votación en el Parlamento. Es su última oportunidad antes de verse empujado a unas elecciones en las que saldrá chamuscado si no vuelve a engañar a otras formaciones políticas para que le arropen.
Necesita que dos diputados de la CUP le voten y les prometerá lo que sea necesario para que esta formación pueda justificar de alguna manera su apoyo. El ex-diputado de la CUP, David Fernàndez, dejó con el culo al aire a los cerca de dos mil miembros de esta formación que se reunieron en Manresa para decidir qué hacían con Artur Mas y se descolgó dos días después de ese encuentro con un artículo donde defendía hacerlo presidente a cambio de un ‘plan de choque social’.
No hace falta conocer el ‘plan de choque social’ propuesto para intuir que Junts pel Sí lo firmará encantado. Diga lo que diga. Sea la reducción de las listas de espera, hacerse cargo de las becas de comedor para los niños que ahora no se pagan o cumplir la ley de emergencia contra la pobreza energética que ya aprobó el Parlamento. Sorprende que lo que hemos sabido de la contrapartida social en apoyo a Mas sea tan poco ambicioso. Quizá es que no se ha explicado todo, pero, teniendo como tiene la sartén por el mango, la CUP puede pedir lo que quiera porque le será concedido.
Otra cosa es que, una vez confirmado Mas en la presidencia de la Generalitat, empiecen a utilizarse rápidamente los argumentos que justifiquen el incumplimiento de las promesas sociales: «No hay suficiente dinero», «Cuando de verdad seamos independientes lo haremos», «Madrid nos lo impide»,»No se puede hacer todo de golpe y en cuatro días», «Europa no colabora»…
La CUP debería hacer una verdadera Carta a los Reyes sabiendo que es una simple excusa para lavarse la cara cuando les recriminen que se les ha ensuciado por mantener al frente de Catalunya al heredero neoliberal del pujolismo y sabiendo, también, como casi todo el mundo sabe, que los Reyes no existen y que dirigirse a ellos no es el mejor aval para una nueva República catalana.