¿Choque de trenes? ¡Choque de tronos!

En su comparecencia en el Parlament, el 26 de septiembre del año pasado, para explicar su explosiva confesión sobre las cuentas familiares en Andorra del 25 de julio, el ex presidente Jordi Pujol soltó una amenaza contundente: «Si vas segando, digamos, la rama de un árbol al final cae toda la rama, todos los nidos que hay. No, es que después caerá aquel de allá. Aquel de allá que… No, no…, ¡es que después caerán todos!».

Es obvio que con la metáfora de los nidos, Jordi Pujol hacía referencia a los núcleos de poder que han gobernado y vertebrado el Estado español durante las últimas décadas. Venía a decir que si su familia caía ante la acción combinada de la justicia, la policía, la oposición política y los medios de comunicación, otros «nidos» muy poderosos también irían al suelo.

El Virrey
En la historia de España posterior a la muerte de Franco, Jordi Pujol consiguió consolidar en Catalunya un régimen omnímodo que se ha prolongado durante 35 años y que ahora, con las dificultades de Artur Mas para conseguir la investidura, vive sus últimos espasmos. Incluso durante los siete años de gobiernos tripartitos de izquierdas, el pujolismo mantuvo intacta su influencia y su financiación subterránea.

El periodista José Antich, ex director de La Vanguardia y, de siempre, muy bien conectado con la cúpula de CiU, escribió en 1994 el libro El Virrey, donde retrataba los despachos, los pasillos y las cloacas del Palacio de la plaza de Sant Jaume. El título de la obra es muy expresivo y refleja el statu quo que imperó aquellos años: España tenía un rey, Juan Carlos de Borbón; y Catalunya, un virrey, Jordi Pujol.

Ambos eran intocables, ambos disfrutaban de inmunidad/impunidad y ambos tenían derecho de sucesión hereditaria al frente de sus instituciones, la Corona y la Generalitat. Si el príncipe Felipe recibió una educación muy esmerada y planificada para ser el sucesor al trono de España, Oriol Pujol –el hijo designado desde General Mitre 96 para dedicarse a la política- también fue adiestrado a conciencia para ser, después del interregno de Artur Mas, el presidente de la Generalitat.

En este sentido, fue jefe del gabinete técnico de Presidencia (1993-96), director general de Asuntos Interdepartamentales (1996-98), director general de Relaciones con el Parlament (1998-99), concejal de Barcelona (1999-2000), secretario general del departamento de Industria, Comercio y Turismo (2000-2003), portavoz de CiU en el Parlament (2007-2010), presidente del grupo parlamentario de CiU (2010-2012), secretario general adjunto de CDC (2011) y, finalmente, secretario general de CDC (2012). Con este training intensivo en los puestos clave del poder político en Catalunya, Oriol Pujol estaba en la rampa de lanzamiento para sustituir, algún día, a su padre.

El modelo gabonés
«Si España tiene la dinastía borbónica, Catalunya tendrá la dinastía pujolista». Este es el convencimiento profundo que se había instalado en el corazón de la familia del ex presidente de la Generalitat. En las democracias occidentales, es muy excepcional y está muy mal visto que el poder pase, a través de las urnas, de padres a hijos. Obviamente hay precedentes, como la familia Bush en los Estados Unidos o las dinastías Papandreu y Karamanlis en Grecia, que han acabado en el descrédito más absoluto.

Esta manera hereditaria de entender el ejercicio del poder, convirtiéndolo en pseudo-monarquías, es más propio de países africanos y latinoamericanos, donde la democracia es a menudo un formalismo repleto de trampas y fraudes electorales. Jordi Pujol Ferrusola –el hermano mayor- había realizado muchas estancias en Gabón, un país que le encantaba. Además de intentar promover negocios, conoció muy de cerca el régimen instaurado por Omar Bongo, presidente «democrático» de este país africano durante 41 años. Después de su muerte, en 2009, le sucedió «democráticamente» su hijo Alí Bongo, que hoy continúa en el cargo.

En Catalunya, todo estaba planificado para que el «príncipe» Oriol Pujol fuera candidato a la presidencia de la Generalitat en 2014, una vez Artur Mas hubiera culminado su legislatura de transición, pactada con el PP. Pero las investigaciones que estaba realizando una juez de Lugo, Pilar de Lara, sobre una extensa trama de corrupción política y empresarial en Galicia dinamitaron el proyecto dinástico del clan Pujol. Siguiendo el hilo del empresario gallego Jorge Dorribo, en el epicentro de este escándalo, los agentes del Servicio de Vigilancia Aduanera, actuando como policía judicial, interceptaron conversaciones telefónicas que implicaban a Oriol Pujol en una martingala para manipular la adjudicación de las estaciones de ITV en Catalunya. La conexión entre Jorge Dorribo y el empresario catalán Sergi Pastor fue la pista que condujo a la imputación del «príncipe» y al final de sus aspiraciones hereditarias.

El hacha de guerra
El descubrimiento que hizo la juez Pilar de Lara se tradujo, el 26 de marzo de 2012, en una operación de la Guardia Civil, que procedió a la detención en Barcelona de cinco implicados en la trama de las ITV. Oriol Pujol había sido proclamado el día anterior secretario general de CDC, en el XVI congreso del partido, celebrado en Reus. En las semanas posteriores, trascendió que el «príncipe» era el «primo de Zumosol» de esta trama de tráfico de influencias y se vio obligado a presentar la dimisión de todos sus cargos.

Es en este momento, a mediados de 2012, cuando el «patriarca» del clan Pujol asume que su proyecto de crear una dinastía catalana ha fracasado. Para él, la imputación de su heredero a la Generalitat es un casus belli. Considera que los poderes del Estado, con los cuales se había entendido tradicionalmente, han roto el statu quo pactado en Catalunya y decide desenterrar el hacha de guerra. Es entonces cuando los acontecimientos se aceleran. Con la excusa de la multitudinaria manifestación del Once de Septiembre, Artur Mas liquida apresuradamente la legislatura y convoca elecciones para el 25 de noviembre, con la bandera del «derecho a decidir» y el «Estado propio».

La imputación de Oriol Pujol, como consecuencia del sumario que instruye en Lugo la juez Pilar de Lara, es el hecho determinante que explica la convulsa historia política de Catalunya de estos tres últimos años. El clan Pujol tenía un plan: perpetuarse en la Generalitat, pero también dominar los principales resortes económicos del país. Esta es la tarea que, en realidad, desarrollaba Jordi Pujol Ferrusola. La extraordinaria acumulación de riqueza protagonizada por el primogénito no es sólo un caso de avaricia desmesurada.

El plan oculto
El testimonio de Victoria Álvarez, su ex-novia, resulta revelador en este sentido. Según explica, Jordi Pujol Júnior le había confesado que la colosal fortuna guardada en paraísos fiscales offshore –los fondos que se le atribuyen en Andorra, Belice y Panamá superan, de momento, los 3.300 millones de euros- tenía que servir para comprar empresas e industrias estratégicas en Catalunya. Después del fracaso de Banca Catalana, los Pujol se estaban preparando para «desembarcar» nuevamente en el tejido económico del país con la masa financiera acumulada en el exterior y que mantenían camuflada a través de un enjambre de sociedades instrumentales y de fiduciarios.

El «nido» del clan Pujol cayó de la rama con la imputación del «príncipe» Oriol y con la posterior filtración publicada por el diario El Mundo, el 7 de julio de 2014, de un extracto de la Banca Privada de Andorra (BPA) donde figuraban los ingresos realizados por Marta Ferrusola y cuatro hijos (Marta, Pere, Mireia y Oleguer). Esto desencadenó la confesión del «patriarca» del 25 de julio y, con posterioridad, la imputación judicial de toda la familia: el matrimonio, los siete hijos y dos nueras.

Pero hay otros «nidos» de la rama que también tiemblan. De momento, Jordi Pujol no ha abierto la boca en público para denunciar lo que sabe, pero todo el mundo da por hecho que tiene un profundo conocimiento y detallada información sobre algunos poderes fácticos del Estado español y que su silencio tiene un precio. ¿Es por eso que, de momento, ninguno de los miembros del clan ha ingresado en la prisión y ni siquiera le ha sido retirado el pasaporte al Júnior, a pesar de que los magistrados de la Audiencia Nacional tienen constancia de que guarda una gran fortuna en el exterior?

El príncipe georgiano
De la voluminosa documentación bancaria sobre las cuentas de Jordi Pujol Ferrusola entregada por las autoridades andorranas han empezado a trascender algunos datos muy indicativos. Por ejemplo, una transferencia de 9 millones de pesetas que hizo en 2000 a una cuenta en Suiza a nombre del príncipe georgiano Zourab Tchkotoua, desvelada por el diario digital Okdiario. Desde hace muchos años, Zourab Tchkotoua es uno de los amigachos del rey emérito Juan Carlos I, con quien ha compartido muchos saraos y secretos.

¿Por qué el hijo primogénito de Jordi Pujol hizo este pago al «amiguito del alma» del anterior monarca español? Es un misterio. El diario de Eduardo Inda lo relaciona con el negocio de las loterías de la Generalitat, donde participaba la sociedad Inversiones Ponent SA. Esta sociedad era la titular del casino de Mallorca y tenía el 22% de la empresa Luditec SA, adjudicataria del concurso para la explotación de las loterías catalanas. La administradora de Inversiones Ponent SA era Marieta Salas, esposa del príncipe georgiano.

En todo caso, las loterías de la Generalitat fueron un punto de confluencia de los círculos de negocios de la dinastía borbónica y de la corte pujoliana. El concurso lo organizó en 1986 el entonces director general de la Entidad Autónoma de Juegos y Apuestas (EAJA), Carles Vilarrubí. El principal accionista de Luditec SA era Inverama (Casinos de Catalunya), propiedad de la familia Suqué, muy vinculada a Jordi Pujol desde los tiempos de Banca Catalana. La infraestructura tecnológica para la puesta en marcha de la Loto 6/49 fue comprada a la empresa norteamericana Gtech, que estaba representada en España por Manuel Prado y Colón de Carvajal (El Manco), el hombre que gestionaba de las finanzas privadas del rey Juan Carlos I.

El «empresario modélico»
De las loterías de la Generalitat hay dos interrogantes que todavía hoy, 29 años después, restan irresolubles. De un lado, conocer la identidad de los accionistas reales de la sociedad instrumental Imperial Trading & Development Ltd., radicada en Belfast y en Suiza, que tenía el 33% de las acciones de Luditec. Del otro, saber quién se escondía detrás de la sociedad Dentech, domiciliada en el paraíso fiscal de la isla de Jersey y que se quedaba con una comisión por la venta de los boletos de la loto-rápid que se importaban del Canadá.

Carles Vilarrubí (Sir Charles) es el nexo de unión entre el clan pujolista y La Zarzuela. Su relación con Manuel Prado y Colón de Carvajal continuó a través de la sociedad Trébol Condal y, con posterioridad, ambos participaron en el equipo de confianza de Javier de la Rosa, hasta que Carles Vilarrubí partió peras con el «empresario modélico» (Pujol dixit) al detectar graves irregularidades financieras con el aval concedido por la Generalitat al proyecto de construcción de Port Aventura.

A pesar de que ante la comisión de investigación del caso Pujol se hizo el desentendido, también es cierto que Carles Vilarrubí fue el introductor y el protector de Iñaki Urdangarin en el mundo de los negocios. Participaron juntos en las empresas Motorpress Ibérica y Octagon-Esedos y Carles Vilarrubí se ha erigido en el principal defensor en el seno de la junta directiva del Barça de que la camiseta de Iñaki Urdangarin continúe presente en el Palau Blaugrana, a pesar de su imputación en el caso Nóos y las críticas que esto suscita entre muchos socios del club.

La Vanguardia recula
Las cloacas que conectan la dinastía borbónica y la dinastía pujolista llegan también al paraíso fiscal de la isla de Guernsey, donde Oleguer Pujol creó su estructura offshore a partir de la sociedad The Itaca Investment Trust, donde su madre figura como beneficiaria. Según explica el periodista Esteban Urreiztieta en el diario El Español, la empresa de servicios fiduciarios Carey Olsen, que usó Oleguer Pujol, también ha sido utilizada por el Fondo Hispano-Saudí creado por el rey Juan Carlos I y su anterior amante, la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein, para esconder los 21 millones de euros que recaudaron de empresas españolas.

La ruptura de las relaciones entre las dinastías española y catalana se ha hecho patente este pasado 9 de noviembre, a raíz de la declaración de inicio del proceso de desconexión aprobada en el Parlament de Catalunya por Junts pel Sí y la CUP. Esto ha encendido todas las alarmas en Madrid y el diario La Vanguardia publicó al día siguiente un editorial bajo el título «Por la rectificación» donde criticaba duramente al presidente Artur Mas, cambiando la línea de apoyo que los Godó –a cambio de recibir generosas subvenciones- han dado tradicionalmente a Convergència.

Quien más sufre en esta tesitura es Carles Vilarrubí, que tiene que elegir entre su larga amistad y complicidad con Artur Mas y su condición de socio del conde de Godó (Grande de España) en la emisora RAC1 y en 8TV, además de ser un hombre de confianza de los intereses de los Borbones en Barcelona. Sir Charles tiene el corazón partido.., ¡pero la cartera bien rellena!

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