El kit-kat de los progres indepes va para largo

Todos tenemos amigas y amigos que han puesto en situación de ‘stand by’ su progresismo social. Han asumido la idea lanzada por Artur Mas y los que le siguen en la apuesta independentista sin ideología y han decidido que no harán ninguna reclamación de izquierdas al gobierno actual de Catalunya. Esta actitud exige mantener este silencio progresista hasta que no se logre la independencia.

Se da por buena la idea de que mientras no seamos independientes no podemos hacer otra política que no sea la de recortar prestaciones sociales y servicios públicos. Que se debe continuar con las políticas de austeridad aplicadas por el gobierno de la Generalitat desde 2010, los dos primeros años con el apoyo del PP y los tres posteriores con el de ERC.

¿Cuándo podrán recuperar sus ideales solidarios, de lucha social, de protesta contra el cierre de camas en los hospitales públicos, de privatización de servicios o de suspensión de ayudas a las entidades que se dedican a ayudar a discapacitados y a personas con dependencia o a la solidaridad internacional?

Los cálculos más optimistas, hechos por Oriol Junqueras -que no ha acertado muchos, todo hay que decirlo, en los últimos tiempos- fijan en un año el horizonte de esta independencia.

Supongo que estos hombres y mujeres que han escondido bajo la alfombra el espíritu izquierdista pueden aguantar un año más esta cuarentena. Pero mucho me temo que ese plazo se ampliará.

Incluso en el caso de que dentro de un año Catalunya fuese independiente, la indefinición sobre qué representa este hecho abriría una compleja etapa de debate y pugna por repartir competencias y obligaciones. Etapa que duraría mucho tiempo, años.

Es decir, que los que progres que estáis en ‘stand by’ y tenéis cierta mala conciencia por este parón ideológico debéis haceros a la idea que el camino del brazo de Mas, Boi Ruiz o Daniel Osácar será largo.

Por cierto, los progres que no están congelados os agradecerían que, mientras no llega la independencia, echéis una mano para expulsar a Mariano Rajoy de la presidencia del gobierno de España. Aunque sólo sea por los viejos tiempos en que cantabais juntos aquello del ‘No pasarán’ o ‘La Gallineta’ (pieza emblemática de uno de los vuestros).

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