La revista médica The Lancet publicó el último día del mes de julio que se ha descubierto una vacuna contra la terrible enfermedad del ébola. Esta vacuna, que se aplica a las personas del entorno de un afectado por la enfermedad, ha mostrado una eficacia del 100% diez días después de haber sido administrada. Es decir, que si se confirma esta información, los que sufren ébola no lo contagiarán a las personas vacunadas.
Es una noticia sensacional, extraordinaria, y sorprende que los medios de comunicación le hayan dado tan poco relieve. Los occidentales, los nuestros, ¡vamos! Probablemente los medios de comunicación de Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia -países donde han muerto más de 11.000 ciudadanos por culpa de la epidemia- le habrán dedicado mucha más atención.
Día histórico, pues, este 31 de julio.
Hay otra enfermedad que ha provocado muchos más muertos que el ébola. Se llama patriotismo y sus víctimas mortales no se cuentan por miles sino por millones, decenas de millones, cientos de millones.
¿Cuando encontrarán la vacuna contra este mal?
Más pronto o más tarde todos los males se curan. O casi todos. Yo estoy vivo porque contraje una enfermedad que ahora se cura y hace veinte o treinta años, no. Mi padre murió de hepatitis C, una enfermedad que hoy desaparece tomando unos medicamentos nuevos durante unas semanas.
En una película de Woody Allen, uno de los personajes comenzaba repentinamente a defender postulados derechistas por un pequeño tumor en el cerebro. Una operación sencilla lo devolvía al progresismo.
¿Se puede extirpar el tumor del patriotismo? ¿Tiene vacuna?
Más pronto o más tarde llegará. Me temo que será después del 27/S y antes de que Europa rectifique su vergonzosa política de rechazo de los inmigrantes que buscan seguridad, libertad, paz y futuro lejos de sus convulsos países de origen.
Cruzo los dedos.
