Más explícitamente alineada que nunca con el presidente de la Generalitat, Artur Mas, la presidenta del Parlamento catalán y militante suspendida de Unió, Núria de Gispert, tiene, en cambio, una posición precaria como primera autoridad de la cámara catalana.
La ruptura de Convergència i Unió rebaja el apoyo que la independencia recibe de los grupos parlamentarios. De facto, una decena de diputados de Unió alineados con la línea oficial del partido, la de Josep Antoni Duran Lleida y Ramon Espadaler, forman un grupo aparte -aunque no inscrito como tal- y van a la suya, que no es promover la independencia.
Antes, contando con esta decena de diputados, CiU sumaba con ERC y la CUP, y el ‘sí’ a la independencia era mayoritario en la cámara. Ahora, sin embargo, sumando los 34 representantes de CDC, los 6 de Unió más cercanos a Mas que a Duran, los 21 escaños de Esquerra y los 3 de la CUP, la independencia cuenta con 64 diputados, que serían menos de la mitad de los 135 que totaliza la cámara incluso si Marina Geli, exPSC ahora no adscrita, también votara a favor de la independencia y esta opción subiera hasta los 65.
Sólo quedan unas semanas de legislatura, antes de que las elecciones del 27-S vuelvan a generar un nuevo reparto de escaños, y un cambio de presidenta es muy improbable, pero esta nueva mayoría haría posible, si los representantes de UDC fieles a la cúpula del partido (10), los del PSC (20), el PP (19), ICV-EUiA (13) y C’s (9) votaran juntos, que De Gispert perdiera su cargo como presidenta del Parlamento de Catalunya.
