Por primera vez, un representante de la FIFA ha planteado la posibilidad de que Rusia y Catar pierdan su condición de anfitriones de los Mundiales de 2018 y 2022. Durante los meses de sospechas, antes del estallido definitivo del escándalo, e incluso los días que estalló, la versión oficial del organismo era que no peligraban estas adjudicaciones, pero este fin de semana, la perspectiva aportada por Domenico Scala, presidente de la Comisión de Auditoría y Cumplimiento de la FIFA, que se encarga de reestructurar la organización, ha sido muy diferente.
«Si surgieran pruebas de que la elección de Catar y Rusia sólo ocurrió gracias a la compra de votos, la elección podría ser invalidada», ha declarado Scala al diario suizo Sonntagszeitung, si bien ha añadido que las evidencias «no han aparecido todavía».
La Justicia de Suiza está investigando, en el marco de un proceso penal, en qué condiciones se adjudicaron a Rusia y Catar los Mundiales de 2018 y 2022 y quiere hacer declarar a la cúpula de la FIFA del año 2010, de la cual formaban parte el actual presidente Joseph Blatter -que renunciará, según ha dicho, en un futuro congreso dentro de unos meses- y, entre otros, los vicepresidentes Michel Platini (presidente de la UEFA) y Ángel María Villar (presidente de la Real Federación Española de Fútbol desde 1988).
La persecución de la corrupción en la FIFA por parte de la fiscal general de los EE.UU., Loretta Lynch, también tiene en su punto de mira la posible compra de votos en la elección de sedes mundialistas.
