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La Catalunya que ha desconectado del «proceso»

Siscu Baiges

Periodista de Solidaritat i Comunicació - SICOM, activista, cabrejat amb les injustícies
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Artur Mas ha anunciado un plan de diez pasos para desconectar de España. No es el primero que habla de esta desconexión. Es un argumento habitual en el mundo independentista. «No me importa nada de lo que pase en España. Ya hace tiempo que he desconectado de ella», dicen. Hay una Catalunya que es y piensa así.

Y hay otra Catalunya que, después de un tiempo de participar en el toma y daca del debate sobre el «proceso», ha desconectado. «No me importa nada este rollo del proceso. Me he desconectado de él», dicen los miembros de esta Catalunya que también existe.

Son los catalanes que ven a un presentador de TV3 soltando su pasión independentista en Twitter y se desentienden. Los que ven un programa de la televisión de la Diputación de Barcelona sobre el carnaval de Solsona donde se habla de «cargarse a los españoles» y hacen como que no han escuchado nada. Los que se sorprenden de la alegría con que TV3 anuncia unos reportajes sobre las futuras «estructuras de Estado» o de que se nombre a cargo del erario público a un comisionado para preparar estas estructuras pero no ponen el grito en el cielo.

Han desconectado.

¿Puede salir algo bueno de esta doble desconexión? No. Trabajé durante varios años con dos periodistas ya desaparecidos –Joan Lluch y Joan Barril– en un programa de radio llamado «Hablemos». El lema del programa era, claro, «hablando se entiende la gente». Entre personas que no se hablan no se puede construir nada.

Desconectar es reconocer la derrota de la palabra, del diálogo, del compromiso, de la voluntad de llegar a acuerdos para resolver un conflicto. Evidentemente, los conflictos no gustan a nadie pero negarlos es la peor manera de resolverlos.

Volvamos a conectar todos, pongámonos las pilas, bajémonos los humos y apostemos por el apretón de manos en vez de darnos la espalda.

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