Tras el acuerdo entre Artur Mas y Oriol Junqueras de celebrar las elecciones al Parlamento de Catalunya el 27 de septiembre y, sobre todo, después del tweet que se les escapó a los responsables de las redes sociales del gobierno catalán y que venía a decir que el acuerdo incluía que ERC y CiU vayan de la mano en las próximas elecciones municipales, ha quedado claro que el proceso es cosa suya. Suya de ERC y CDC, quiero decir. O suya, de Junqueras y Mas. Que no sé yo si todos los alcaldables de ERC están contentos con este pacto pre-anunciado. Muchos votos de izquierdas pueden abandonar al partido de Junqueras si su candidato a alcalde ya avisa de antemano del acuerdo municipal con Convergència.
A Alfred Bosch, por ejemplo, no le ha hecho demasiada ilusión saber que tiene que vender a su electorado que Xavier Trias puede continuar de alcalde de Barcelona con los votos de ERC si queda por delante de él. En cambio, Trias, que ya hace tiempo que daba por perdida la reelección, ahora ha recuperado un poco de esperanza.
Se ha extendido la sensación de que ICV-EUiA y las CUP han sido utilizados en la primera fase de esta aventura y que, a la hora de la verdad, se les ha dejado tirados. Tal vez, después de las municipales, les volverán a pedir que saquen las castañas del fuego al tándem CDC-ERC si el «proceso» se complica.
Mas dice que estos meses servirán para ir preparando las «estructuras de Estado» y Junqueras intentará matizar el carácter insolidario de unos presupuestos que él mismo calificó como los más antisociales de la historia de Catalunya.
Serán nueve meses que se harán largos. ¿Cuánta gente en vuestro entorno no os ha comentado que ya está harta de esta historia de «procesos» y «hojas de ruta»? A algunos dirigentes independentistas les gusta decir que muchos catalanes ya han desconectado de España. Hay muchos otros que también desconectarán -si no lo han hecho ya- de un «proceso» que, desde ahora y hasta las elecciones del mes de mayo, será sólo cosa de dos.
