Señora de unos 50 años, de clase mediana, que «en absoluto tenía las facultades mentales alteradas» y que «me insultó y me agredió». Pero «no la conocía», se ha cansado de repetir el primer secretario del PSC, Pere Navarro, entrevistado este lunes en varios medios de comunicación. El dirigente, que se llevó una bofetada el domingo en un acto en la Catedral de Terrassa, ha insistido en desvincularse de cualquier antigua relación municipal con la señora, para asegurar que la agresión llevaba implícitamente colgada una bandera estelada.
«Esto es síntoma del clima que se está creando en Catalunya, un síntoma preocupante, porque significa clima de confrontación», ha argumentado Navarro. «Nos podemos tapar los ojos ante lo que está pasando en Catalunya. Pero la realidad es la que es. En la Diada, tan festiva que algunos quieren hacer creer, no es así, a mí me insultaron y amenazar», ha dicho, para responsabilizar a CiU y PP, Mas y Rajoy, de generar este supuesto clima de crispación que provoca violencia.
Navarro, que el mismo día del suceso no presentó denuncia «porque estaba en una reunión familiar», aprovechará este lunes para acercarse a una comisaría de los Mossos para cursarla.
La del dirigente socialista no ha sido la única agresión sufrida por la clase política las últimas horas. El número dos del PP en las Europeas, Esteban González Pons, recibió el impacto de un huevo tirado por un manifestante, en un acto el domingo en Castellón. El candidato popular, Arias Cañete y el dirigente valenciano, Alberto Fabra, entraron en el mismo acto con insultos y gritos. Y una situación parecida sufrieron la ministra Bañez y la catalana Sánchez-Camacho, durante una visita a la Feria de Abril, en el recinto del Fórum de Barcelona.
