Independencia & corrupción

Hay una relación perversa entre los casos de corrupción que salpican a CiU y, en especial, a la familia del ex presidente Jordi Pujol con la subida del soufflé independentista. El movimiento secesionista basa su fuerza y su euforia actual en la convicción que Jordi Pujol y su «encargado» en la presidencia de la Generalitat, Artur Mas, se han convertido en independentistas, cuando antes no lo eran.

En Catalunya, el pujolismo sociológico todavía pesa mucho. Jordi Pujol estuvo 23 años en el poder y esto marca a hierro y fuego. Todo el espectro nacionalista, nos guste o no, está injertado transversalmente por la influencia permanente de este ex presidente de la Generalitat. Si Jordi Pujol no se hubiera declarado independentista, CDC no sería independentista y, por extensión, el independentismo sería una opción, como siempre, minoritaria y maravillosamente romántica.

¿Qué ha pasado para que Jordi Pujol se haya vuelto independentista? El argumento más recurrente es la sentencia del Tribunal Constitucional de hace cuatro años que recortó una parte del Nuevo Estatuto. Pero entonces Jordi Pujol no hizo un llamamiento a la secesión. ¿Qué más ha pasado? La Ley Wert, muy atemperada a posteriori, no parece un motivo suficiente para romper con España. Tampoco la financiación, que el ministro Cristóbal Montoro está predispuesto a negociar con mentalidad flexible, mientras abre el grifo del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA).

Hay tres factores que han alterado profundamente el espíritu de Jordi Pujol y lo han conducido al independentismo, consciente que es una «boutade» impracticable:

1. El caso Millet y las investigaciones sobre las implicaciones en la financiación ilegal de CDC, que han comportado la imputación de la ex tesorero, Daniel Osàcar, y el embargo de la sede de la calle Córcega

2. La imputación de su hijo Oriol –que fue elegido secretario general del partido, como paso previo a su futura candidatura a la presidencia de la Generalitat- por el caso de las ITV

3. Los ‘papeles’ de la UDEF sobre las supuestas cuentas en Suiza de la familia Pujol y, de manera más concreta, el sumario abierto por el juez Pablo Ruz sobre los trapicheos económicos de Jordi Pujol Ferrusola en paraísos fiscales

El envite está claro: o la justicia española, como pasó con el caso Banca Catalana, «deja en paz» a CDC y a la familia Pujol o el globo del independentismo se hinchará cada vez más, con la Generalitat del presidente Mas insuflando todos los medios que haga falta para incrementar la presión en la calle y en las instituciones.

¿Pueden el rey Juan Carlos I, el presidente Mariano Rajoy y el presidente del CGPJ desactivar las causas abiertas en los juzgados que inquietan y amenazan al ‘patriarca’ Pujol? Esta es la cuestión capital y, sinceramente, soy muy escéptico.

Conozco muchos independentistas de buena fe y admiro su ilusión y tenacidad. Escuchando las intervenciones de la asamblea de la ANC del pasado sábado, algunos de los oradores me provocan ternura y emoción. Por eso me sabe mal que, sin ser conscientes, muchos independentistas sean comparsas de un juego que se les escapa.

Sí, ya sé que el movimiento soberanista «surge de la base de la sociedad civil», que «los catalanes queremos votar el 9-N» y que los políticos de CDC se ven «obligados a seguir el impulso del pueblo». Y una de indios, también.

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