Nacido en Barcelona, el socialista Manuel Valls ha recibido el encargo del presidente francés, François Hollande, de formar un nuevo gobierno, tras la dimisión del primer ministro, Jean-Marc Ayrault. Hasta ahora ministro del Interior, Manuel Valls ha marcado un fuerte perfil propio en el equipo de Hollande y aparecía como el dirigente socialista más bien valorado por la opinión pública francesa.
El desencadenante de este recambio en la jefatura del gobierno han sido los discretos resultados obtenidos por el Partido Socialista Francés (PSF) en las recientes elecciones municipales, cuya segunda vuelta se celebró este pasado domingo. Aunque el PSF retuvo importantes alcaldías, como las de París, Lión, Lille, Rennes, Nantes, Estrasburgo o Montpellier, perdió, en cambio, importantes bastiones, como Toulouse, Reims, Saint Étienne, Angers, Amiens o Limoges.
Esta «dulce derrota» ha precipitado los acontecimientos y se han confirmado los rumores que, desde hace semanas, apuntaban a un inminente cambio en el Palacio de Matignon, sede oficial del primer ministro. Aunque la economía francesa mantiene una leve tónica positiva, los nubarrones de la crisis que azota a España e Italia también asoman sobre el hexágono.
El nombramiento del catalán Manuel Valls es la carta que se guardaba el presidente François Hollande para relanzar su mandato, que ha experimentado una inflexión a la baja. El período de tres años que le queda por delante será decisivo para su reelección y ha decidido confiar la acción de gobierno al enérgico Manuel Valls.
