La retirada de las placas que diversas entidades masónicas han dedicado a Rossend Arús, el filántropo que donó a la ciudad de Barcelona la biblioteca que lleva su nombre. El fogoso concejal de Cultura del Ayuntamiento, Jaume Ciurana -de profundas convicciones católicas e independentistas-, se sulfuró cuando tuvo conocimiento que en la entrada a la Biblioteca Arús había cinco lápidas honoríficas de otras tantas logias masónicas y ordenó su inmediata retirada.
Ante el revuelo causado por esta intolerante actuación, Ciurana se vio obligado a justificar esta medida como provisional y la enmarcó en unos supuestos trabajos de restauración de la entrada a la Biblioteca Arús. Destacadas personalidades de la masonería hicieron llegar al alcalde Xavier Trias su estupor por esta decisión arbitraria y profundamente reaccionaria.
En la actualidad, y una vez terminados los «trabajos» de restauración del acceso a la histórica biblioteca del paseo de Sant Joan, las cinco placas de mármol con los emblemas masónicos vuelven a lucir en este magnífico espacio cultural barcelonés. Jaume Ciurana ha tenido que aparcar su paranoica cruzada antimasónica.