Catar se enemista con sus vecinos y salpica al Barça

El emirato es el refugio de la Hermandad Musulmana, perseguida como una organización 'terrorista' por Arabia Saudí y Egipto
Yusuf al-Qaradawi predicador qatar
Yusuf al-Qaradawi predicador qatar

La Hermandad Musulmana, una organización fundada en 1928 en Egipto por Hassan al-Banna y enfrentada a muerte con el arabismo laico e independentista, está detrás de las acciones de jihad protagonizadas, en los últimos años, por Hamás, Al Qaeda o el Frente Al-Nusrah. Desde la izquierda siempre se ha acusado los Hermanos Musulmanes de ser una «quinta columna» de los intereses de los Estados Unidos y de Israel, puesto que su estrategia de «acción-reacción» ha beneficiado histórica y objetivamente la hegemonía occidental en Oriente Medio.

Retirada de embajadores
En los últimos meses, su actividad desestabilitzadora también se está dejando notar en Arabia Saudí y en los emiratos del Golfo Pérsico, donde se han desmantelado algunas células de activistas relacionadas con los Hermanos Musulmanes. Esto ha encendido los ánimos de los países que forman parte del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que acusan el emirato catarí de financiar y dar protección a los principales dirigentes de la Hermandad y, en especial, al predicador Yusuf al-Qaradawi.

En el mundo árabe, Catar es considerado, en la actualidad, un «nido» de terroristas y un país que promueve y financia los sangrientos atentados que sacuden Siria, Iraq, Libia y Egipto. Su decidido apoyo al presidente egipcio Mohamed Mursi, que fue derribado el año pasado por las manifestaciones en la calle y por el ejército, le ha costado la abierta hostilidad de las nuevas autoridades de El Cairo, que han cerrado la delegación de la cadena televisiva Al Jazeera y han procedido a la retirada de su embajador en Doha.

Pero más grave que la ruptura de relaciones diplomáticas con Egipto es la hostilidad que se ha desatado entre Catar y sus riquísimas vecinas, las petromonarquías de Arabia Saudí, Abu Dhabi, Dubai, Bahrein y Kuwait. Esta escalada de tensión se ha traducido, de momento, en la retirada de los embajadores de Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein de Doha, y con un ultimátum durísimo contra el emir Tamin bin Hamad al-Zani en el que se le exige que deje de dar cobertura a los Hermanos Musulmanes, cierre la cadena Al Jazeera -y, de manera especial, las emisiones del jeque Yusuf al-Qardawi- y expulse de su territorio a los think tanks norteamericanos Brookings Institution y Rand Corporation, muy influyentes en el círculo de poder de la familia Al-Zani.

Amenaza de aislamiento
La amenaza es contundente: en caso de que las autoridades cataríes no acaten estas imposiciones, Arabia Saudí ha advertido que bloqueará el emirato por tierra, mar y aire, ahogando su economía, basada en las exportaciones de petróleo y de gas. Catar acoge la base militar de Al-Udeid, una de las más importantes de los Estados Unidos en el Golfo Pérsico, pero las posiciones entre Doha y Washington están muy alejadas debido a la particular política exterior que practican los Al-Zani. Estas desavenencias ya provocaron, ahora hace un año, la abdicación del anterior emir en su hijo Tamim y la ‘caída en desgracia’ del poderoso primer ministro Hamad bin Jassem, considerado el «cerebro» de la familia y autor de una singular alianza estratégica con Israel y Turquía.

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