La presidenta del PP de Catalunya, Alicia Sánchez-Camacho, juega con fuego y ha emprendido una peligrosa huída hacia adelante de incierto final. Las incongruencias que rodean su versión del caso La Camarga son objeto de nuevas diligencias judiciales encaminadas a resolver el gran enigma que planea sobre este culebrón: ¿Cómo sabía la agencia Método 3 que el 7 de julio de 2010 iba a celebrarse en un reservado de este restaurante un almuerzo entre la dirigente del PP y la ex novia de Jordi Pujol Ferrusola?
Si el encargo se hizo desde el PSC, como sostiene la policía, ¿quién puso sobre aviso a José Zaragoza? Alicia Sánchez- Camacho ha intentado echar tierra sobre este engorroso asunto, que nunca pensó que saltaría a la opinión pública, estableciendo un pacto de silencio a dos bandas con Francisco Marco, ex director de Método 3, y Victoria Álvarez, su interlocutora de La Camarga, que contempla duras penalizaciones económicas en caso de que lo rompan.
Pero el tiro le ha salido por la culata. El juzgado n. 14 y los fiscales que se ocupan de este asunto han rechazado archivar el sumario y, por el contrario, han emprendido nuevas diligencias para esclarecer todos los puntos oscuros que todavía existen, con la excusa de que la principal damnificada, Alicia Sánchez-Camacho, es un personaje de relevancia pública.
Su versión de los hechos hace aguas por todas partes. Ha admitido que ni ella ni Victoria Álvarez pagaron la factura del restaurante. No se sorprendió cuando le informaron que su «asistente» –en realidad, el empleado de Método 3 Álex Borreguero– se había interesado por si todo iba bien durante el almuerzo. No avisó a sus escoltas habituales de los Mossos d’Esquadra para que, como es normal en estos casos, hicieran una inspección previa del restaurante y del reservado donde iba a desarrollarse su encuentro con la ex novia del primogénito de Jordi Pujol.
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