Una manifestación histórica llenó el pasado domingo las calles de las principales ciudades de las Islas Baleares para protestar contra la política lingüística y educativa del Gobierno de José Ramón Bauzá. La abarrotada marea verde, que sólo en Palma reunió a cerca de 100.000 personas, escenifica el rechazo de la ciudadanía al proyecto estelar de un ejecutivo que puede atribuirse el mérito de haber roto el consenso político y social de las Islas, construido durante los últimos treinta años. En sólo dos años de gobierno, Bauzá ha despertado la reacción contraria de los sectores educativo, sanitario y social, de buena parte de los empresarios e, incluso, de miembros del mismo Partido Popular de las Baleares.
A pesar de la contundente respuesta del sector educativo y la ciudadanía, que además de masiva fue unitaria porque participaron los sindicatos, las entidades sociales y culturales, las asociaciones de padres y madres, la Universitat de les Illes Balears y la sociedad civil, el Gobierno de Bauzá no tiene previsto cambiar de parecer. El consejero de Presidencia, Antonio Gómez, ha asegurado que los participantes «no representan el sentimiento popular» y que el Gobierno no dará «ningún paso atrás» en relación con la aplicación del trilingüisme a las escuelas.
Hijo de un mallorquín y una madrileña y estudiante de la Complutense, quiere marcar diferencia, al estilo del PP valenciano, entre la variedad balear «que hablaban nuestros abuelos» y la lengua catalana. Los ciudadanos ya celebraron una multitudinaria manifestación en 2012 para protestar contra la modificación de la Ley de función pública, que elimina el catalán como requisito imprescindible para acceder a un trabajo en la administración pública, reforma que el Tribunal Constitucional ha avalado esta semana. La medida fue rechazada incluso por compañeros de partido, como el ex alcalde de Manacor y diputado Toni Pastor, que fue expulsado del PP por romper la disciplina de voto en el Parlamento autonómico.
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