Lo que nos cuesta el rescate de la banca

El Gobierno acaba de reconocer que gran parte del dinero destinado al rescate bancario no se recuperará. Pero, ¿cuánto le cuesta al contribuyente preservar la salud de les entidades financieras?
Banc d'Espanya
Banc d'Espanya

Todo se torció irremediablemente cuando, ya hace tiempo, la esencia de los bancos se transformó drásticamente en el casino global y las ambiciones desmesuradas, la rapiña usurera, las complicidades políticas, las legislaciones tramposas y la ingeniería financiera hicieron el resto. El negocio primigenio no bastaba a los especuladores: concesión de créditos con intereses un par o tres de puntos más altos que los intereses ofrecidos a los depósitos con los cuales se efectúan esos préstamos. Demasiado simple.

Ya en los setenta el corpus teórico neoliberal –Milton Friedman, de la escuela de Chicago o Friedrich Hayek de la escuela austríaca, entre otros– se había posicionado en los sectores académicos y un par de dirigentes pioneros –Ronald Reagan y Margaret Tatcher– se dieron a la tarea de extender urbi et orbe la doctrina de moda. América Latina fue la primera región en experimentar los venenosos rigores de los llamados ajustes estructurales y la miseria se instaló en los ya empobrecidos sectores más desprotegidos. La década de los ochenta fue bautizada como la «década perdida» latinoamericana.

 

Un par de décadas después fue el núcleo duro capitalista el que sufrió los desajustes estructurales derivados de la doctrina desreguladora. Todo empezó con un producto financiero vinculado al sector hipotecario norteamericano, los créditos subprime. En el año 2007, este producto altamente tóxico representaba el 12,5% del mercado hipotecario de ese país. Ese año, precisamente, daba inicio la gran debacle: Fannie Mae, Freddie Mac, Lehman Brothers, Morgan Stanley, AIG, Merrill Lynch… «España está a salvo de las denominadas hipotecas basura», dijo el secretario de Estado David Vegara el 11 de agosto de 2007. Pero la metástasis no tardaría demasiado en llegar, a pesar de la retórica triunfal. En septiembre de 2008, el presidente Zapatero, en un acto en la Cámara de Comercio de Nueva York, todavía clamaba que «el sistema financiero español es el más sólido del mundo». En España todavía se rumiaba el abundante pasto de los buenos tiempos, mientras la burbuja inmobiliaria estallaba dejando en el aire las vergüenzas de un sistema financiero terriblemente provinciano, oligárquico y delictivo.

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