En sus últimas comparecencias parlamentarias, Mariano Rajoy y Artur Mas han negado cualquier responsabilidad en los casos de corrupción que afectan a sus partidos y, en cualquier caso, atribuyen las posibles culpas a sus tesoreros.
Del caso Bárcenas, el presidente Rajoy califica la documentación aportada por el tesorero de «falsedades» y de «montones de papeles arrugados». Del caso Palau, el presidente Mas siempre ha dicho que se habían hecho cuadrar los números «a martillazos» para acusarles y que los «sólidos indicios» que ha encontrado el juez y el fiscal sobre la financiación irregular de Convergència se desmontarán a medida que avance el juicio.
A pesar de negar las acusaciones de financiación irregular, Rajoy y Mas traspasan las posibles responsabilidades a los tesoreros del partido, pero con una diferencia: el presidente popular por primera vez ataca a Bárcenas, con la excusa de que le ha perdido la confianza por las cuentas millonarias que tiene en Suiza, pero eso después de que el ex tesorero ratificara al juez el contenido de los papeles que había filtrado a la prensa sobre la contabilidad oculta de su partido, mientras que Mas declara que continúa confiando en Daniel Osàcar, que tiempo atrás fue su secretario personal, aunque se cura en salud al señalar que desconoce cómo se financiaba su partido y que los tesoreros «tenían tanto poder que incluso se podían vender el patrimonio del partido sin consultarlo».
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