«Teatro del bueno»

Ya lo decía José Mourinho, en Cataluña se hace «teatro del bueno», de los juglares a Àngel Guimerà. Por motivos pandémicos, el teatro en Cataluña vive hoy bajo arresto domiciliario. A pesar de un conato inicial permisivo, el confinamiento municipal obliga al consumo doméstico. En definitiva, no se puede salir del pueblo para consumir teatro, ni para ir de restaurantes, entre otros. Eso sí, se puede hacer, sólo, si reservas noche de hotel. La ruleta rusa de las restricciones es, cuando menos, caprichosa. Los saltimbanquis trinan, y no les falta razón. Siguiendo la cadena de despropósitos, esta semana hemos conocido otra excepción a la regla: nos podemos saltar el confinamiento municipal para ir a mítines electorales.

El de los mítines electorales es un género teatral que tuvo su momento álgido en la recuperación democrática. Ávido de libertad, el público pedía entonces un formato que contaba con un elenco de comediantes extraordinario: Jordi Pujol, Felipe González, Alfonso Guerra… Después, saciada la necesidad, la performance ha ido perdiendo interés, hasta convertirse en una variedad muy parroquial. A los mítines ya sólo van los convencidos, que a la vez actúan de figurantes de una actuación que ya sólo busca trascender mediáticamente. Sin embargo, a pesar de la extremaunción, los políticos se empeñan en proteger el género, hasta extremos como el actual, en que lo declaran bien de interés supramunicipal y libre de virus.

Ahora que se reivindica la figura de Josep Tarradellas, fuera bueno recordar, aunque sea por enésima vez, una de las citas más celebradas del presidente: «En política se puede hacer todo, menos el ridículo». En plena pandemia mundial, con los indicadores disparados, y con la crisis de las vacunas sobre la mesa europea, al Govern no se le ocurre mejor idea que preservar los mítines del confinamiento municipal. Eso sí, al día siguiente del pensamiento, los padres de la ocurrencia se afanan por desdecirse. En la gestión de la pandemia, no es la primera vez que el Govern ayer dijo digo, y hoy dice Diego. Así, parafraseando Tarradellas, en política el Govern hace de todo, especialmente el ridículo.

¿No tiene el Govern alguien que se le quiera y, por su bien, le advierta cuando hace el ridículo? Teniendo sectores confinados o limitados, no puedes indultar a los mítines del confinamiento municipal apelando al sacrosanto derecho a la participación política, como hacía hace cuatro días Meritxell Budó en nombre del Govern. No puedes hacerlo o, al menos, no sin alterar e indignar aquellos sectores que las restricciones están castigando de manera más severa. En el ranking de prioridades de los ciudadanos, desengañémonos, no encontraremos poder asistir a un espectáculo político, y pensar lo contrario insulta la inteligencia. Si al menos nos dejaran tirar tomates…

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