Sala-i-Martín exhibe su ignorancia y limitaciones intentando rebatir a Rosell

El ex-tesorero del Barça, que ocultó a los socios 84 millones de pérdidas la temporada 2009-10, cae en el rencor y la frustración cuanto pretender negar que Rosell se fue de la presidencia dejando 113 millones de ganancias acumuladas tras su mandato entre 2010 y 2014

Xavier Sala-i-Martin
Xavier Sala-i-Martin

Tramposos, maleducados y embusteros se acumulan en las filas de un laportismo en estado de shock desde que Sandro Rosell afirmara, matizando que lo decía desde la humildad, haber sido el presidente con más títulos, beneficios y eficiencia social durante sus tres años y medio de mandato. “Es la primera vez que lo digo”, precisó, admitiendo la hegemonía del aparato propagandístico de Joan Laporta, implacable en su contra y dominadora del relato desde el día en que sus caminos se separaron en 2005, tras un breve periodo de convivencia en el seno de la misma junta directiva tras las elecciones de 2003.

Rosell lideró entonces una serie de dimisiones en contra de las decisiones unilaterales de Laporta a favor de Cruyff y de su entorno, tales como contratación de amigos, compras innecesarias a proveedores de ese mismo círculo, fichajes con comisiones probadamente sospechosas y también por la negativa de Laporta a levantar las alfombras de Gaspart, incumpliendo la que había sido su divisa electoral. 

Hubo más conflictos, como las escandalosas cifras del contrato de Txiki Begiristain, representado por Joan Patsy, un periodista de TV3 impuesto por Johan para encarecer la negociación, y la oposición frontal de Rosell a los fichajes de Albelda, Ayala y Aimar, del València, la apuesta de Cruyff y de quienes babeaban, dentro de su órbita, con las comisiones que iba a dejar aquel negocio indecente. 

Contra viento y marea, Rosell pudo imponer finalmente el fichaje de Ronaldinho y capear el temporal de corrupción y escándalos internos hasta que, viendo esa batalla perdida, decidió no ser cómplice y abandonar la junta.

En ese periodo se fraguaron dos incorporaciones lamentables de personajes que en el 2003 no pudieron acreditar ni siquiera su condición de socios. Lo hicieron atraídos por el aroma del dinero y la vida de cinco estrellas prometida por Laporta a su cuñado Alejando Echevarría, miembro de la Fundación Francisco Franco y hoy, de nuevo, colaborador necesario de la oscura trastienda de la seguridad del club, y a Xavier Sala-i-Martín, el bufón colorista de la economía de un club que ya arruinó en 2010. Para mayor vergüenza de quien fue primer presidente de la Comisión Económica y después tesorero de la junta, Sala-i-Martín presentó públicamente un resultado del ejercicio 2009-10 con ganancias millonarias cuando en realidad, certificadas por el auditor y por una sentencia firme e irrevocable de la Audiencia Provincial de Barcelona, las pérdidas ascendieron a 84 millones.

Ese precedente y el de su participación destacada en el saqueo y desaparición del CF Reus no le han arrebatado, al contrario, su rol de clown en el circo laportista de las finanzas. A las afirmaciones de Rosell, indiscutibles sobre el éxito de su mandato en cuanto a la plusmarca de beneficios y de títulos, Sala-i-Martin ha replicado, como no podía ser de otro modo, con otra ridícula exhibición de analfabetismo barcelonista.

Primero, haciendo referencia al desenlace del caso Neymar, con una multa de 3 millones: “Por este fraude fue condenado por el juez en 2016, pero un acuerdo entre la directiva del Barça y el fiscal hizo que el condenado fuera el Barça y no el Presidente (Sandro) y el Vicepresidente (Barto) que perpetraron el delito!”, ha escrito.

 En realidad, y lo sabe, el caso Neymar fue el resultado de una persecución judicial instada desde el entorno de Laporta y el suyo, un escándalo procesal parecido al de Rosell con la juez Lamela. Aunque la Audiencia Nacional lo intentó, no pudo investigar ni acusar a ninguno de los dos presidentes, ni Rosell ni Bartomeu, debiendo aceptar el club el mal menor de un pacto para no provisionar los 90 millones que la Fiscalía del Estado exigía para ir a juicio. 

Si hay que comparar, esa multa fue menor de la de los 5 millones impuesta al club por el contrato que le firmó Laporta a Mediapro, dos días antes de las elecciones de 2010, sabiendo que contradecía la orden de la Comisión Nacional de la Competencia. También mucho menor que la condena por el caso Sogecable, superior a los 30 millones, o las pérdidas derivadas de la venta de Can Rigalt, de 42 millones (y subiendo), o los 12 millones de los socios tirados al fondo de las marismas de Viladecans por unos terrenos que apestan a corrupción y que, como tesorero, Xavier Sala-i-Martín validó ante sus compañeros de junta.

En un hilo de tuits memorable, el pésimo contable de Laporta afirma que “Sandro puede ponerse medallas y decir que el periodo 2010-20 es el mejor de la historia gracias a su gran gestión. La realidad, sin embargo, es que lo que hizo no fue gestionar bien sino dilapidar la monumental herencia recibida hasta dejar el club arruinado. Como el típico niño de papá”. 

La mentira, como género, puede enseñarse en las escuelas con apenas estas pocas líneas de su autor, pues entre los 84 millones de pérdidas que Sala-i-Martín ocultó a los socios en 2010 y los 113 millones de ganancias acreditados en la presidencia de Rosell entre 2010 y 2014 el concepto “dilapidación monumental”, aplicada al patrimonio del club, solo puede atribuirse a quien hace gala de tanta ruina mental como rencor, desesperación y frustración. Debe ser que, en sueños, se imagina que es Rosell.

La exhibición de mediocridad no termina aquí. En otro tuit afirma: “Sandro heredó el mejor equipo de la historia (liderado por Pep con Messi, Valdés, Puyol, Xavi, Busquets, Iniesta, etc.), sin que la directiva tuviera que tocar nada, aquel equipo ganó la liga y la Champions… pero Sandro se atribuye este éxito como propio”. Tiene gracia que, en la campaña de 2003, Rosell le propusiera incorporar a Guardiola y Laporta lo rechazara por “inmaduro” y “repelente”. No lo soportaba. 

Las circunstancias, como liderar desde la presidencia la descomposición y degradación del equipo de Ronaldinho gracias a un estado de juerga permanente y tras verse abocado a un voto de censura que manipuló para no perder, provocaron que por imposición de Evarist Murtra y para garantizarse la protección mediática -lo mismo que ahora con Xavi- el sustituto de Rijkaard fuera Pep y no Mourinho. La risible alusión de Sala-i-Martín a la “herencia” se responde sola, pues Messi, Valdés, Puyol, Xavi, Busquets, Iniesta (se deja a Piqué) ya eran jugadores del FC Barcelona cuando Laporta asumió la presidencia en 2003, fichando “cracks” como Mario, Rustu o la ‘Gallina’ López en lugar de mirar a la cantera. 

Por añadir pulcritud a la verdad, los fichajes patrocinados por Guardiola a su llegada fueron los de Martín Cáceres y Hleb, mientras que Eto’o había aterrizado antes gracias a una hábil maniobra negociadora de Javier Faus y Rafael Márquez y a los contactos de Sandro Rosell.  Los refuerzos de Alves, Henry, Abidal, Keita y Touré Yaya resultaron aciertos de los servicios técnicos, pero desde luego los futbolistas a los que se refiere Sala-i-Martín ya fueron una herencia que recibió Laporta, igual que ahora Ansu Fati, Pedri, Araujo, Nico y Gavi.

El mismo Sala-i-Martín se mete en un callejón sin salida cuando se centra en cuestiones de gestión que le vienen grandes: “Además, como que aquel equipo estaba lleno de gente de la Masía, las reglas contables decían que no tenía ningún valor…, pero gracias a aquel equipo Sandro pudo firmar contratos lucrativos que permitieron ingresar centenares de millones. Sandro se atribuye este éxito como propio”.  Lo que está admitiendo es que con ese mismo equipo –heredado, como insiste en subrayar- Laporta y él no sólo fueron incapaces de ganar dinero, sino que, en una exhibición de ineptitud y negligencia, malgastaron los recursos del club sin mesura.

Aunque seguramente no era su propósito, no deja de ser un reconocimiento por su parte a la gestión de Rosell, acertada y evaluada en “centenares de millones” a beneficio del Barça que, por cierto, reflejan y acreditan las memorias y las auditorías. Las mismas que antes, en 2010, habían proclamado el estado de ruina del club, sin pandemia, una obra maestra del tridente Joan Laporta, Joan Oliver y Xavier Sala-i-Martín, integrantes también, junto con Rafael Yuste, de la banda del CF Reus, ahora reencontrados en el Barça.

En un intento de desprestigiar a Rosell desde la ignorancia, cuenta que “poco a poco fue desmantelando el equipo. Lo más importante, después de echar a Johan, es que echó a Pep, el entrenador a quien él odiaba y denominaba despectivamente ‘Dalai Lama’. ¿Cómo hubiera sido la historia del Barça si Pep se hubiera quedado en su casa 14 años?”. Desde luego, esa pregunta no tiene respuesta o, en todo caso, plantea nuevos interrogantes sobre por qué Guardiola no ha querido volver con Laporta o qué hubiera pasado si su mejor sucesor, discípulo y también mejor amigo hasta que lo relevó, Tito Vilanova, no hubiera fallecido víctima de un cáncer tan letal como fulminante. 

No hubo desmantelamiento sino continuidad el banquillo y en el vestuario hasta que por razones de edad, o por lesión, jugadores como Puyol, Valdés, Iniesta o Xavi hubieron de colgar las botas. 

Olvida Sala-i-Martín, un referente de la amnesia barcelonista en la que vivimos, que quien echó a Messi fue Joan Laporta, el mismo que había ganado las elecciones asegurando que Leo sólo se quedaría en el Barça si él ganaba las elecciones. Podría abrir uno de esos hilos de twitter sobre las consecuencias y el impacto deportivo y económico de ese gran error de cálculo.

¿Por qué además insiste en ese desmantelamiento por parte de Rosell y de Bartomeu cuando, precisamente, puede que perpetuar jugadores como Piqué, Busquets, Jordi Alba y Messi (135 millones de ficha) haya sido un esfuerzo finalmente excesivo, lo mismo que intentar traer a jugadores como Coutinho, Dembélé o Griezmann que, tanto a ojos del propio vestuario y de los entrenadores, garantizaban la continuidad del mejor equipo de la historia?

Por preguntar, merece la pena saber por qué su entorno (laportismo) procuró que a Neymar se le hiciera la vida imposible desde que llegó al Barça, hasta que decidió, harto de tanta campaña en su contra, fugarse al PSG en una operación liderada por Pini Zahavi, el amigo y ex-socio de Laporta, dejando el rastro de una comisión de 11 millones.

Sala-i-Martín se queja de fichajes caros y poco rentables, olvidando la salvajada consciente de traer a Ibrahimovic un año, otra operación con un pastel de comisiones de escándalo, para que Guardiola pidiera echarlo a los pocos meses con una pérdida de más de 30 millones de perjuicio para el club. Más o menos como los de Keirrison y Henrique, igual de vergonzantes.

El récord personal de Sala Martín lo estableció en 84 millones de pérdidas en una temporada (2009-10), muy lejos de los 481 millones de pérdidas de Laporta (2020-21) y de los 150 millones, también de Laporta, de la recién terminada 2021-22. Rosell se fue con 113 millones acumulados de superávit. Twitter puede reventar de rencor, odio y rabia y generar un relato y una apariencia de las cosas diferente de la realidad. Pero lo que no podrá hacer es cambiarla.

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