Pobreza en Cataluña

El umbral de riesgo de pobreza es un indicador que mide la pobreza relativa a partir del cual se determinan los hogares considerados pobres. Se calcula por el tamaño del hogar (número de personas que conviven) y por la escala de equivalencia (los costes fijos no aumentan en la misma proporción que su tamaño: se asigna un 1 a la primera persona mayor de 14 años del hogar; 0,5 al resto de mayores de 14 años, y 0,3 a menores de 14 años).

En 2021, en Cataluña, un hogar unipersonal se consideraba pobre si su renta neta era inferior a los 11.297 euros anuales (ingresos mensuales netos: 941 euros). Si el hogar es monoparental con un único menor de 14 años, se consideraba pobre si sus ingresos netos eran inferiores a 14.686 euros anuales (1.224 euros al mes). Si el hogar lo constituyen dos personas adultas y dos menores de 14 años, el límite para definir si era pobre o no aumentaba hasta los 23.724 euros anuales (1.977 euros mensuales).

Dejemos los números (que he tomado de un artículo del profesor Jordi Arcarons).

Son las doce del mediodía de un día cualquiera, llega el turno de la comida. Las decenas de personas que están esperando en la puerta entran en la parroquia de Santa Anna (al lado de la Plaza de Cataluña) donde les espera una bandeja con comida. El comedor social da de comer diariamente a más de 300 personas. La mayoría es gente sin hogar. Pero, según Peio Sánchez, rector de la parroquia, “cada vez vienen más personas que sí que pueden pagar una habitación donde vivir, aunque sea precaria, pero que no tienen dinero suficiente para comer”.

Testimonio de una de las personas que acuden diariamente al comedor social. “Nunca me hubiera imaginado estar así”. Es una mujer de 65 años, no da su nombre. Alega que mucha gente del barrio la conoce y no quiere que sepan su situación. Le “da vergüenza”. Perdió el trabajo en la crisis de 2008; desde entonces, 14 años, no ha encontrado nada estable. Tiene que sobrevivir cada mes con 400 euros. “O como o pago el alquiler”.

(Para comparaciones. En casa convivimos tres personas, tres adultos. No somos exquisitos en temas de comida. Compramos en plaza y en supermercados (marcas blancas en ocasiones). En alimentación (nunca desperdiciamos) y en productos de higiene personal y de limpieza nos gastamos semanalmente unos 170 euros de promedio, unos 700 mensuales, a veces más. ¿Qué haríamos, qué podríamos hacer con 400 euros mensuales?).

En 2021, según el último informe Foessa (podemos hacer peores conjeturas sobre la situación en septiembre de 2022), casi el 30%, el 29,1% de los ciudadanos de Cataluña, estaba en situación de exclusión social: 2,25 millones de personas, un millón más que tres años antes (¡incremento del 125%!), mientras que 584.000 hogares tenían un gasto excesivo por vivienda (una vez pagados el alquiler y los suministros básicos se encuentran en situación de pobreza).

Por otra parte, muchas familias que viven en situación de realquiler ven que los precios de las habitaciones (¡habitaciones de piso!) se han disparado: de una media de 300 euros a 400 o 500 euros (¡un incremento entre el 33 y el 66%!).

El cuadro tiene más aristas: en 2020, en plena pandemia, se produjeron 240.070 cortes de electricidad y 17.763 de gas en toda España. En 2021, solo en Barcelona, 2.000 personas tuvieron el coraje de denunciar haber sido objeto de coacciones por las grandes compañías eléctricas. Otras muchas no lo hacen, no se atreven, temen las represalias. ¿Qué pasará este invierno?

¿Cuál debería ser la prioridad principal de un gobierno de izquierda transformadora, o de izquierda reformista, o de centro izquierda, o de izquierda minimalista, de un gobierno con preocupaciones humanistas básicas? No es difícil la respuesta, ustedes la saben. La duda: ¿es la situación de las personas y familias más vulnerables, de muchos ciudadanos y ciudadanos de clases trabajadoras, la principal y central preocupación del actual gobierno de la Generalitat? Ustedes también conocen la respuesta. Las últimas medidas anunciadas en el debate del Parlament no representan ningún cambio de paradigma.

¿Por qué es así? Porque las preocupaciones esenciales de un gobierno nacionalista, y de las fuerzas que lo apoyan (aunque sea a la greña), no suelen ubicarse en esas temáticas No está en su naturaleza. Su finalidad esencial se ubica en otras coordenadas.

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