¡Pechos fuera!

Eugène Delacroix es, sin ningún género de dudas, el pintor por excelencia del romanticismo francés, y una de sus obras más icónicas es La Libertad guiando al pueblo, que conmemora la Segunda Revolución Francesa del 28 de julio de 1830 en la que Carlos X es derribado y obligado a exiliarse; en ella, la Libertad está representada por una mujer con un seno al descubierto mientras alza la bandera francesa. Todo ello tangencialmente reivindicado en la canción de Rigoberta Bandini, Ay mamá. En ella, la artista canta oportunamente «no sé por qué dan tanto miedo nuestras tetas» e invita a parar la ciudad «sacando un pecho fuera al puro estilo Delacroix».

Me recuerda también el grito de guerra “¡pechos fuera!”, que marcó toda una generación. Una cita apócrifa que, como tantas otras -del Quijote no sale el famoso “ladran, luego cabalgamos”, o en Casablanca lo de “vuélvela a tocar, Sam”, o en las novelas de Arthur Conan Doyle, Sherlock Holmes nunca dice “elemental, querido Watson”…-, se atribuye a la exitosa serie de dibujos animados de los 70, Mazinger Z; en su versión original, la androide Afrodita A nunca acompaña a sus peculiares lanzamientos de misiles pectorales con el famoso grito “¡pechos fuera!” -la versión catalana, sin embargo, sí incorpora el grito-.

Viene esta introducción a cuento del incidente que la portavoz del Govern, Patricia Plaja, sufrió recientemente en TV3. En el marco de una entrevista para valorar su primer año de portavocía, y después de tratar de tapar el escote de la periodista aumentando el tamaño de los rótulos sobreimpresos, intentando sepultar así el inicio de la regatera bajo letras, entraron unas modistas de la tele a plató, aprovechando una breve pausa -25 segundos-, para subir con dos alfileres el top de Plaja y eliminar el escote que, extrañamente, tanto parecía incomodar a alguien de la televisión pública catalana. El gesto fue justificado por una presunta incomodidad de la propia portavoz, que se habría ajustado el top en más de una ocasión. Una incomodidad inexistente, según confesaría después la propia interesada –“el escote no me incomodaba, esto (la polémica) sí-. Así, como después denunciaría la periodista Mayka Navarro, la regatera fue censurada. ¿Motivos? ¿Exceso de puritanismo? Al final tiene razón Rigoberta, ¿por qué dan tanto miedo las tetas? -por otra parte, motivo de censura también en Instagram-. Y no se trata sólo de un problema localista, en 2008 Alemania se escandalizaba por el “inapropiado” (titulaban algunos medios) escote de la entonces canciller Angela Merkel.

Decía después Plaja: «Nos vestiremos como querremos, sin pedir permiso ni esperar opinión». Y añadía antes Merkel: «No se hablaría tanto del tema si fuera un hombre». Pues eso, que no evolucionamos o lo hacemos como canta Luis Fonsi, “despacito”.

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