Mujeres invisibles para la covid-19

Susana Alonso

Son muchos los retrocesos que estamos constatando desde el inicio de la pandemia de Covid-19 en el campo de la visibilidad diferencial de la morbilidad y mortalidad de mujeres y hombres, en el incremento de las situaciones de violencia contra las mujeres, en el retroceso al acceso a la educación, en el incremento de los trabajos del cuidado y retroceso en el trabajo remunerado, y en el incremento de la pobreza, que aumenta su rostro de mujer. El propio secretario de la ONU, Antonio Guterres, en su discurso ante la Asamblea ya subrayó, que “a menos que actuemos ahora, la covid-19 podría borrar una generación de frágil progreso hacia la igualdad de género”.

La primera diferencia se manifestó en el índice de contagios. Los datos que se ofrecían basados en los ingresos y muertes en los hospitales detectaban que los contagios de la enfermedad fueron mayoritariamente de mujeres, En España, la primera ola afectó a un 56% de mujeres frente a un 44% de hombres. En la segunda ola, los datos mostraron tendencia a igualarse, pero tanto en España como en 38 países del mundo que informan de datos diferenciados por sexo, persiste una proporción de contagios de un 52% de mujeres frente a un 48% de hombres. Esta brecha de género en las infecciones la podemos atribuir más a razones sociales, que a diferencias biológicas. Las mujeres están en primera línea de los cuidados en la sanidad, médicas, enfermeras, auxiliares de clínica, celadoras y limpiadoras llenan ya nuestros hospitales, y también son mayoritariamente mujeres, aunque invisibles, las que cuidan, limpian y dan la comida a nuestras ancianas y ancianos en las residencias de mayores.

La mortalidad global presenta diferencias por edad y sexo, y a partir de los 80 años la mortalidad en los pacientes ingresados en los hospitales de los pacientes con Covid-19 fue de un 60% entre hombres, frente a un 40% de mujeres, y en las edades intermedias la mortalidad permaneció paritaria, con número parecido de muertes. Pero estas cifras no reflejan toda la realidad, porque no se han tenido en cuenta  ni las muertes invisibles por Covid-19 en las residencias de mayores, cuyas residentes son mayoritariamente mujeres, ni tienen en cuenta las muertes no diagnosticadas antes de llegar al hospital. Al estudiar el exceso de mortalidad global de la población española, durante el año 2020 y parte del 2021, con los datos del Instituto Nacional de Estadística, se puede constatar que la mortalidad global ha sido superior entre mujeres, pero ha permanecido invisible.

En cuanto a la mortalidad mundial del personal sanitario también ha existido una brecha de género. Se han contabilizado unas 7000 muertes, entre las y los sanitarios, de las cuales las tres cuartas partes son mujeres. Se ha podido constatar la falta de planes de prevención y protección específicos para las trabajadoras y trabajadores de la salud, y la enfermedad se considera ya en muchos países del mundo como enfermedad profesional.

Las secuelas y los síntomas de las personas que han padecido la enfermedad, que ya ha sido denominada por la OMS hace un mes, como Síndrome postCovid-19 también se están presentando en un 74% de mujeres que habían padecido la enfermedad. El síndrome se manifiesta con disnea, cansancio, problemas cognitivos, cefaleas, y en casi una cuarta parte de casos con dolores precordiales como angina de pecho, que no responde al tratamiento habitual. Su seguimiento y tratamiento está planteando un reto a la comunidad científica y al sistema sanitario, ya que se calcula que el Síndrome postCovid-19 puede afectar a un 10% de las personas que han padecido la enfermedad.

La pandemia y el confinamiento obligado ha aumentado el número de casos y episodios de violencia física, sexual y psicológica. Durante el estado de alarma en España las peticiones de asistencia a víctimas de violencia de género fueron un 57,9% superiores al año anterior y se elevaron a 29.700. El incremento de las llamadas al 016 fue de un 41,4% y el de las consultas online del 457,9% respecto a 2019.

Las implicaciones biopsicosociales de esta pandemia nos van a exigir como sociedad que todas las políticas públicas de transición a la nueva normalidad y planes de recuperación deberán tener en cuenta que se visibilicen las diferencias y se corrijan las desigualdades y las inequidades entre mujeres y hombres.

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