Leyes trans contra las lesbianas

Se habrán fijado en la desaparición de las lesbianas, de las mujeres representadas por la L justo cuando más se menciona el “colectivo LGTB-etc.” y la «violencia LGTB-fóbica» por parte del activismo trans y de los partidos que dicen ser progresistas. Y esto me preocupa especialmente porque yo soy lesbiana.

Equiparar los derechos civiles de las personas homosexuales y bisexuales con los de las personas heterosexuales, que únicamente se refieren a la orientación afectivo-sexual y no a la identidad, ha sido posible gracias a la lucha de las compañeras que nos han precedido (con el matrimonio igualitario y el derecho a ser madres). Pero las luchadoras que durante tanto tiempo debían presentarse como amigas, primas o vecinas cuando en realidad eran pareja, que escondían sus relaciones por miedo a ser “curadas” con electrochoques, violaciones correctivas, o forzadas a casarse, no se creerían lo que está pasando. Porque estamos retrocediendo y, peor aún, estamos desapareciendo.

Susana Alonso

Ahora resulta que la joven que se siente atraída por una compañera, o que le gusta vestir de forma cómoda y prefiere el mal llamado estilo “masculino” quizás no es lesbiana y lo que le ocurre es que es un “chico trans”.

Se me rompe el corazón cuando oigo a las niñas que quieren hacerse dobles mastectomías o inyectarse hormonas masculinas para transformar su apariencia, sin entender los daños irreversibles para su desarrollo y su salud física y psíquica. Les han hecho creer que si les gusta otra chica, cuando todavía no han experimentado ni desarrollado su sexualidad, es que quizás su cuerpo está equivocado, justo en una época en la que todo es confusión (las lesbianas hemos pasado por eso y lo sabemos).

Antes, el discurso patriarcal contra las lesbianas decía que nuestra orientación sexual se debía a no haber “probado un buen macho” y ahora son hombres con peluca, maquillaje, falda y tacones los que nos dicen que si rechazamos su “pene femenino” somos tránsfobas. Por si fuera poco, esta interpelación procede precisamente del “colectivo abecedario” que se supone que debería ampararnos. Y la izquierda posmoderna nos acusa a las lesbianas de discurso de odio cuando rechazamos a los hombres que se declaran mujer lesbiana como posibles parejas sexuales.

Sólo hace falta ver en las redes sociales qué dicen las chicas lesbianas, pensando que son ellas las que tienen un problema: “¿Qué puedo hacer para que me guste el pene femenino de una chica trans?”.

Todo esto no se dice, pero es la otra cara de la moneda de esa reacción homófoba, ultra-reaccionaria, que es la ideología trans, que promueve terapias de conversión para nuestras jóvenes homosexuales. Ahora, las lesbianas debemos esquivar a hombres que dicen que son mujeres en locales y apps, con normativas y leyes que prohíben los espacios y las reuniones exclusivas de mujeres, porque los hombres se han apropiado del significado de la palabra mujer. Las lesbianas estamos volviendo a la clandestinidad para poder relacionarnos tranquilas sin pene (ni masculinos ni “femeninos”).

Son estos hombres transactivistas que nos expulsan de nuestro espacio y posición al colectivo homosexual y la izquierda que ha abandonado la protección de los derechos que habíamos alcanzado quienes están pidiendo que se retire el nombramiento de la nueva directora del Instituto de las Mujeres, una reconocida activista lesbiana. Pero por mucho que algunos cargos rectifiquen frente a los linchamientos públicos y presiones políticas, las lesbianas existimos y no tenemos pene.

Además, tenemos una bomba a punto de estallar. Mujeres invisibles porque molestan rompiendo el discurso trans, son la evidencia de que el sistema falla: jóvenes mutiladas, a menudo estériles, que se arrepienten demasiado tarde del engaño y lo viven como un “error suyo”: las desistidoras y las destransicionadoras. Entonces les dicen que ¡no eran realmente “trans”!

El New York Times, hasta ahora mudo, les dedica un amplio reportaje: por fin empieza a reconocerse que existen. Que esto afecta de forma desproporcionada a las chicas es innegable (véase “De hombres adultos a niñas adolescentes”, Feministes de Catalunya). Cuando las chicas empiecen a ser escuchadas la sociedad tendrá que asumir responsabilidades. Las lesbianas, feministas, ya lo hemos avisado.

(Visited 349 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario