Federalismo y confederalismo

El momento político en España está marcado por unas reivindicaciones y tensiones territoriales que han hecho que la propuesta federalista esté cada vez más en boca de los políticos, especialmente desde las izquierdas. Desde el PNV vasco, Iñigo Urkullu ha hecho recientemente propuestas identificables como «confederales» y diferentes sectores del independentismo catalán defienden esta opción. Federalismo y confederalismo son dos conceptos relacionados con la estructura de gobierno de un país. Difieren en cómo se organiza y distribuye el poder entre diferentes niveles de gobierno. De forma esquemática (pero no definitiva), las principales diferencias entre federalismo y confederalismo son las siguientes.

En el federalismo, la distribución del poder tiene lugar entre un gobierno central y entidades subnacionales, connacionales, estados o autonomías con niveles de gobierno, autoridad y competencias específicas que se complementan, pero no se duplican. En la Constitución federal, se establece la división de poderes y las responsabilidades de los distintos niveles de gobierno. El poder recae principalmente en el Estado Federal. Ejemplos de países federales son Estados Unidos, Canadá, Suiza, Alemania y Australia o la antigua URSS.

Susana Alonso

En un sistema confederal, los estados o entidades subnacionales mantienen una gran independencia y ceden sólo ciertas competencias específicas al gobierno central. El poder recae principalmente en los estados y éstos retienen el control sobre asuntos clave como la defensa, la política exterior y las finanzas. Cada Estado miembro en una confederación será considerado soberano y podrá retirarse de la confederación si así lo decide. En general, no existe una Constitución en el sistema confederal que establezca la estructura de gobierno; en su lugar, los Estados miembros celebran tratados o acuerdos que establecen la cooperación entre ellos. Un ejemplo histórico de un sistema confederal fue la Confederación de Estados Unidos de América bajo los Artículos de la Confederación (1777-1789). Sin embargo, pronto el sistema demostró ser ineficiente y fue reemplazado por la Constitución de Estados Unidos en 1789, que estableció un sistema federal.

Actualmente no existen estados modernos que sean completamente confederales en el sentido tradicional del término. Algunos países pueden tener características confederales en ciertos aspectos de su gobierno o estructura política, pero generalmente se consideran sistemas federales en su conjunto. Por ejemplo, Suiza, a pesar de autodenominarse “Confederación Helvética”, tiene una estructura federal que otorga una considerable autonomía a sus cantones, pero no se considera una confederación en el sentido histórico del término.

Para los independentistas irredentos sólo existe un objetivo: la independencia total. Cuando aceptan cualquier acuerdo intermedio, es para poder volver a exigir más y más hasta su objetivo final que es la secesión total e irreversible. Sinceramente, creo que los independentistas sólo estarán contentos con una independencia total que, eso sí, el confederalismo les pondría al alcance de la mano. Sorprendentemente, los independentistas catalanes y escoceses quieren integrarse en la Unión Europea que de facto está funcionando como un estamento político confederal. Es una contradicción total, pues tanto si aceptan ser miembros de la UE como si no, dadas sus dimensiones poblacionales y económicas serán políticamente, económica y culturalmente insignificantes.

Finalmente, quedan unas preguntas cruciales que deberían responderse claramente antes de adentrarse en elucubraciones y fantasías políticas que nunca acaban bien. ¿La Unión Europea es actualmente un Estado Confederal? ¿El futuro de la Unión Europea es federal o confederal? ¿En qué medida un estado confederal es compatible con el tratado de la UE?

Si los independentistas catalanes desean verdaderamente el bien de los catalanes y de Cataluña, harían santamente dando respuestas políticas claras y bien fundamentadas a estas preguntas. El argumento de que “el pueblo decidirá” aparte de ser una trampa es totalmente deshonesto: el pueblo decide en función de las propuestas y explicaciones de los políticos, no al revés.

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