¡Que se jodan!

El viernes pasado había jarana en el local de ERC que hay debajo de mi casa. No fue tan sonada como en anteriores ocasiones –supongo que para que la alegría republicana no llegase hasta la sede de los socialistas barceloneses de dos calles más allá- pero el follón duró hasta bien entrada la noche. En esta ocasión opté por no bajar en pijama y zapatillas a pedir silencio y preferí unirme a la fiesta abriendo una botella de cava que guardo para las ocasiones especiales. Brindé por el adiós –tan deseado y tan inesperado- de M.Rajoy y sus mariachis. Y lo hice gritando bien fuerte «¡Que se jodan!» en homenaje a la ex-secretaria de comunicación Carmen Martínez de Castro, a quien le deseo que viva muchos años con una pensión de miseria.

Felicitaciones a los partidos que dejaron su tacticismo e hicieron piña para destronar a uno de los peores gobiernos de la democracia española y arrinconar a los neofalangistas del clan Rivera, ni que sea brevemente. Una vez más se confirma que si esta España rancia avanza es gracias a las periferias, siempre más ventiladas y modernas. Agradezco el apoyo a la moción de censura de republicanos y convergentes tuneados, aunque lo hayan hecho –como yo hago siempre que hay elecciones- tapándose la nariz. Por fin he encontrado un sentido al hecho incomprensible que dos partidos independentistas tuvieran parlamentarios en las cámaras españolas. Ahora valoro la paciencia y el sacrificio: como la leona que acecha a su presa, ellos han estado cobrando de la ubre imperialista esperando el momento idóneo para atacar.

Hacía tiempo que no disfrutaba tanto de una moción de censura a un gobierno extranjero. Incluso me he tragado las aburridas comparecencias ante los periodistas que todos los grupos parlamentarios hacen al final de cada una de las sesiones. Destaco la actuación del incombustible portavoz republicano. A Joan Tardà le reconozco muchos méritos y ahora añado uno nuevo: cada vez se parece más a Joaquim Nadal. Sus frases con más de tres puntos suspensivos expresadas en un código secreto solo apto para iniciados eran la viva réplica de las comparecencias públicas del inolvidable portavoz del tripartito de Pasqual Maragall. Si alguien no las recuerda, que recupere el episodio del Polònia donde Nadal disfrazado de ángel se estaba tres años anunciando el nacimiento de Cristo a los desesperados pastorcillos.

El desenlace de la moción de censura fue una incertidumbre hasta el último momento por gentileza de los nacionalistas vascos. He de reconocer que este pueblo me fascina y desconcierta por igual. A diferencia de los gallegos, que no sé nunca si van o vienen, y de los catalanes, muy desorientados últimamente, ellos siempre hacen lo contrario de lo que todo el mundo espera. Un día apoyan el presupuesto de Rajoy que recorta pensiones y mantiene la bota del 155 sobre el cuello de Cataluña y al día siguiente le cortan la cabeza. Y lo hacen sin ningún problema sabiendo que los populares se vengarán del ultraje bloqueando en el Senado sus propias cuentas. Suerte que la cámara alta es solo un cementerio de elefantes.

Excepto Belén Esteban y Rafa Nadal, golpeados por la tragedia, somos muchas las que nos hemos alegrado con el ocaso de los dioses populares. Ni tan solo el día que le tenían que cortar la cabeza nos defraudó el personaje y afrontó su martirio y el de su partido oficialmente declarado corrupto por la justicia escondido en un restaurante mientras su avatar en forma de bolso escuchaba a la oposición desde su escaño. No sé si las ocho horas que M.Rajoy estuvo desaparecido se las pasó encerrado en el lavabo fumando una caja de puros o víctima de una diarrea interminable. Espero que un periodista de investigación lo aclare algún día.

Dicho esto, que nos alegremos de que el PSOE haya desbancado al PP del gobierno central con ayuda dice mucho del retroceso en las libertades que hemos sufrido como sociedad sobre todo estos últimos meses. Nunca antes en democracia se había querido encarcelar a cantantes, actores, tuiteros y políticos por pensar diferente y se había utilizado a la justicia como azote contra la disidencia. Así que lo primero que reclamo a Pedro Sánchez es que desactive esta ola de represión institucional y restablezca la división de poderes. No quiero que acerque a los políticos presos políticos, quiero que todo el mundo vuelva a su casa porque la discrepancia se combate con la política, no con la cárcel.

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