La ‘muerte’ de Carles Puigdemont

Los marcos mentales condicionan el comportamiento de las personas. Esta evidencia psicológica y sociológica ha sido empleada abusivamente por el poder político, sea del color que sea, para manipular al electorado y mantenerse en el poder.

En el mundo independentista catalán tenemos a verdaderos genios en la generación y venta de marcos mentales. De hecho, el núcleo duro del procesismo está plagado de expertos en la manipulación de la conciencia colectiva, a través de agresivas y persistentes estrategias de márketing. Y es por eso que ha/hemos llegado hasta donde ha/hemos llegado.

Una de las principales estructuras generadoras de marcos mentales en Cataluña es el Centro de Estudios de Opinión (CEO), el organismo encargado de elaborar informes demoscópicos que después se trasladan, sintéticamente, a la sociedad a través de los medios de comunicación. El instituto está adscrito al departamento de Presidencia de la Generalitat y lo dirige Jordi Argelaguet, un exmilitante del MDT, de ERC y, finalmente, de CDC.

Según el plan de trabajo del CEO, este año 2018 tiene previsto elaborar tres barómetros de opinión política, una encuesta telefónica sobre el debate de política general celebrado en el Parlamento de Cataluña y dos estudios más sobre el contexto político. El pasado viernes se difundió el tercer barómetro de este año y el próximo mes de diciembre se publicará la segunda encuesta de contexto político.

Los resultados de los informes que hace el CEO se hacen llegar a la opinión pública con frames que después se convierten en titulares en los medios de comunicación. Del tercer barómetro han salido, como más destacados, estos frames, que han sido asumidos sin parpadear por los periodistas:

· ERC ganará claramente las próximas elecciones
· Oriol Junqueras es el líder político catalán más valorado, por delante de Carles Puigdemont
· PDECat y Ciudadanos pierden votos y escaños, mientras la CUP y los comunes ganan
· La independencia logra el apoyo del 47,2% del electorado

Cuando el CEO saca un informe, y antes de leer sus resultados, voy a la ficha técnica y rastreo la muestra sociológica que se ha usado para elaborarlo. Porque aquí está la clave para medir su verosimilitud.

El retrato de la sociedad catalana está muy definido por los perfiles que realiza el Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat) y por las encuestas sectoriales que elaboran otros organismos especializados. Para valorar la credibilidad de los estudios del CEO hay que comparar el muestreo que se ha utilizado con la radiografía de la realidad catalana, tal como somos.

Y otra vez, como desgraciadamente pasa desde que Jordi Argelaguet es director del CEO, el tercer barómetro del 2018 tiene los ingredientes gravemente adulterados y su resultado es tóxico. El pecado sería venial si fuera un estudio demoscópico pagado por una empresa con la intención descarada de influir en los consumidores para vender mejor su producto. Pero es un informe amparado por un organismo oficial -por lo tanto, supuestamente objetivo y serio- y pagado con dinero público.

Según la muestra sociológica empleada por el CEO para dar los resultados del barómetro, el 48,9% de los encuestados se informan a través de TV3. En cambio, el último informe de audiencias que hace cada mes la empresa Barlovento, a partir de los audímetros instalados por Kantar en los hogares catalanes, da que TV3 tiene un seguimiento medio del 14,3%.

Cuando a los encuestados por el CEO se les pregunta qué partido votaron en las elecciones del pasado 21-D, los resultados también son incongruentes y denotan que la selección de la muestra ha sido descaradamente manipulada a favor de las opciones independentistas y, en concreto, de ERC y la CUP. Veámoslo:

· El 8,8% afirma que votó a Ciudadanos (obtuvo el 19,98% en las elecciones del 21-D)
· El 7,8% votó al PSC (obtuvo el 10,92%)
· El 1,6% votó al PP (obtuvo el 3,34%)
· El 6% votó a la CUP (obtuvo el 3,52%)
· El 20,8% votó a Esquerra (obtuvo el 16,85%)
· El 6,6% votó a En Comú Podem (obtuvo el 5,88%)

Además de los partidos constitucionalistas, el otro gran perjudicado por la muestra escogida por el CEO es Junts per Catalunya, la lista encabezada por Carles Puigdemont. En las elecciones del 21-D obtuvo el 17,07% de los votos y, en cambio, sólo tiene el apoyo del 15,1% de los encuestados.

Si la base de la muestra demoscópica está contaminada, es normal que los resultados finales también lo estén. Y esto es lo que le pasa a los estudios que, como este barómetro, salen de la cocina de Jordi Argelaguet.

El año 2003, el entonces conseller en cap, Artur Mas, se vio obligado a cesar a David Madí, el todopoderoso secretario de Comunicación del gobierno, por la manipulación deliberada de encuestas oficiales a favor de Convergència. Algo parecido pasa con Jordi Argelaguet, que se mantiene en el cargo a pesar de las innumerables trampas que ha realizado desde que fue nombrado, en el año 2011.

La delicada situación política que vive Cataluña exige, para salir del callejón sin salida institucional donde estamos e iniciar una nueva etapa de recuperación, mucha seriedad y rigor. Las encuestas oficiales, si están bien hechas y son honestas, son un instrumento capital para saber dónde estamos y para orientar la acción de los gobernantes y de los políticos.

Con unos medios de comunicación públicos (TV3 y Catalunya Ràdio) totalmente instrumentalizados y con un centro de estudios demoscópicos que inventa los resultados que más le convienen en cada momento, no vamos a ninguna parte y nos hundimos más en el fango.

(Según el CEO, Carles Puigdemont ya está muerto. Yo, si fuera el presidente Quim Torra, no me fiaría ni de mi sombra. En Sant Jaume hay en marcha una operación para liquidarlo.)

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