La fuente de Guiomar

Me los imagino en un veraniego viernes de principios de los años treinta, acaramelados en el banco más cercano a la fuente del idílico jardín madrileño, diseñado por el restaurador, pintor y jardinero Xavier de Winthuysen, intercambiándose poemas y amor platónico. El «rincón» donde el poeta Antonio Machado quedaba a escondidas con su musa y último gran amor, la Guiomar –sobrenombre de Pilar de Valderrama-, ahora forma parte del complejo residencial de los presidentes del gobierno español -la Moncloa.

Noventa años después, por motivos bastante diferentes, los presidentes Pedro Sánchez y Quim Torra, paseaban el otro día por aquellos poéticos jardines, y quién sabe si se sentaron donde los ilustres enamorados se acurrucaban con bellos versos. ¡Qué mejor escenario para una reconciliación…! Dudo que se recitaran poemas de Machado o de Valderrama, que también escribía. Máximo, debían rememorar los encuentros del poeta andaluz y su musa -¿con un trago de ratafía? Por aquellos tiempos, Machado vivía en Segovia, donde daba clases, y viajaba los fines de semana a la capital española para estar con su amada y, como ella estaba casada, ocultaban su casta relación en aquellos jardines.

A ver si hay suerte y algún efluvio poético, conservado a pesar del paso del tiempo entre aquellos jardines, ha contagiado a los inexpertos presidentes y juntos salimos del ‘jardín’ en el que nos han metido. De entrada, constatar que había interés de las partes por agradar. Torra acudió a la cita con la dote: una botella de ratafía y dos libros -‘Aran, un país ‘(Sánchez suele escaparse a la Vall d’Aran) e ‘Imago Cataloniae ‘, un compendio de mapas desde la Cataluña de la Edad Media. El licor casero ha llamado poderosamente la atención de los intérpretes de encuentros presidenciales. Entre otras especulaciones, coinciden en que la ‘ratafía’ procede de la expresión latina ‘rata fiat’, es decir, ‘así sea’, y servía para ratificar un acuerdo verbal.

Pues, «así sea». Más allá de la foto, esperamos que el encuentro ratifique acuerdos verbales. De momento, ha servido para despertar los instintos más básicos de los ‘hiperventilados’ de un lado y del otro. A Sánchez le acusan de «rendirse» y a Torra de «traidor». Y, total, de lo que se extrae de la primera reunión, el romance no parece haber pasado de los prolegómenos. Pero, ya se sabe que cuando uno hace política, se arriesga. Acostumbrados a Mariano Rajoy, que hacía buena la frase de su compatriota el dictador Franco: «Usted haga como yo y no se meta en política»… ya casi no recordábamos qué es hacer política.

Allí donde muchos ven flechazo, yo me decantaría por la estrategia Tarradellas. Se ha hablado mucho de ella también. Resumida: en 1977, desde el exilio, Josep Tarradellas viaja a Moncloa para entrevistarse con el presidente Adolfo Suárez. La reunión sale fatal. Tarradellas propone crear una mancomunidad a través de las diputaciones que llamaría Generalidad. Suárez dice que ni hablar, y añade que no es un tema político, sino jurídico (¿no os suena?). Después, le acabaría diciendo la célebre frase: «Usted no es nadie. Usted es lo que yo diga que es. Nada más». No menos célebre fue la reacción posterior de Tarradellas, cuando la prensa le preguntó cómo había ido el encuentro: «Muy cordial y muy agradable» (¿no os suena?). Más que un Tarradellas, la reunión entre Sánchez y Torra terminó siendo dos Tarradellas, porque tanto al primero como al segundo les convenía deshelar el gélido conflicto y terminaron comprando el relato del ‘muy cordial y muy agradable’. Sea como sea, ni Sánchez es Suárez, ni Torra es Tarradellas. Sabemos como terminó aquella historia, veremos como acaba esta…

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