Aparecen los GDR para hacer frente a los CDR

Los autodenominados grupos de defensa y resistencia se dedican a retirar lazos amarillos y esteladas
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Los dos polos opuestos del proceso independentista catalán han entrado en una guerra de siglas. Hasta ahora existían los autodenominados comités de defensa de la república (CDR) y ahora han aparecido los también autodenominados grupos de defensa y resistencia (GDR).

Los GDR son unos grupos ciudadanos que se dedican básicamente a retirar símbolos independentistas de las calles de pueblos y ciudades de Cataluña, fundamentalmente lazos amarillos y esteladas.

Ante la aparición de estos grupos de activistas antiindependentistes los CDR han comunicado, según avanza El Confidencial, entre sus comités una nota en la cual califican a los GDR de «grupos clandestinos, contrarios a la independencia».

El comunicado sitúa a Jaume Vizern al frente de los GDR afirmando que «es el joven que se disfrazó de guardia civil y fue a la puerta de la casa en que vivía Carles Puigdemont en Bélgica».

Según los CDR «de momento, hay unos 10 GDR por todo el territorio catalán. Cada uno actúa en una zona determinada de Cataluña, aunque algunos, por ser más numerosos o por contar con miembros más activos, se mueven por todo el territorio catalán».

Los CDR afirman que los grupos de defensa y resistencia «son muy cercanos a Sociedad Civil Catalana, organización que recibe el apoyo de varias organizaciones de extrema derecha, como el casal neofascista Tramuntana o Plataforma por Cataluña».

Pero se da la circunstancia que Vizern no pertenece a Sociedad Civil Catalana (SCC) sino que es miembro de la plataforma Democracia y Unidad Española (DUE), una entidad que no está vinculada a SCC.

En este contexto, se ha creado un CDR en Andorra que en su primera acción puso lazos amarillos en el puente del Parque Central de la capital andorrana y otros cerca de la frontera española, a pesar de que todos los lazos fueron retirados pocas horas después de ser colocados.

Los mismos CDR admiten en sus comunicados internos que «un sector de la sociedad andorrana no ve con buenos ojos la creación de un CDR en su país», al considerar que es «un asunto interno español y que Andorra no se tiene que preocupar por causas foráneas».

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