El gerente del Consorci de l’Auditorio i l’Orquestra, Jordi Tort, no se pudo aguantar de entrar en un hilo de facebook donde se criticaba la exhibición de esteladas y lazos amarillos y los gritos a favor de la independencia y de la libertad de los dirigentes independentistas presos en el tradicional concierto de Sant Esteve, celebrado el día 26 en el Palau de la Música Catalana.
El hilo lo inició el economista y presidente de la Fundació Francesc Ferrer i Guàrdia, Joan-Francesc Pont, que escribió: «Ayer, el concierto del Palau de la Música no fue el tradicional Concierto de Sant Esteve, aquel que era por todos. Ayer fue el concierto de los independentistas. Nos lo quieren expropiar todo: el Cant de la Senyera, el Palau… Cataluña. Pero hay que recordar que el pasado 21-D, en Barcelona, los partidos no soberanistas ganaron en votos y en escaños. Barcelona es de todos. La música, más todavía».
Una serie de usuarios de la red coincidieron con la opinión de Pont mientras alguno defendió la actuación del público y los miembros del coro independentistas y Jordi Tort entró en el debate: «Yo creo que tendríamos que ir rebajando la presión por ambas partes o todavía nos haremos el daño que hasta ahora hemos conseguido casi evitar».
Después replicó un comentario en que se denunciaba «una situación cada vez más siniestra, que se asemeja demasiado a las que acompañan regímenes y sistemas políticos que uno creía que ya formaban parte del pasado» y escribió: «Parte de la otra mitad hace unas manis muy moviditas. ¡Yo creo que las partes catalanistas de ambas mitades se tienen que reencontrar lo más pronto posible…!».
Consciente de que se estaba poniendo en un barrizal, el gerente de l’Auditori hizo un último post donde aclaraba que «yo me manifiesto por facebook como ciudadano y no como representante de la entidad para la cual trabajo. El Palau de la Música es propiedad de una entidad privada que es el Orfeó Català. De acuerdo que reciben subvenciones públicas (creo que la Fundación Francisco Franco también recibe, ¿no?) pero como entidad privada supongo que tienen derecho a hacer los conciertos como quieran«. Y se despedía escribiendo: «En cualquier caso permítame que me abstenga de hablar aquí de temas profesionales puesto que lo que menos quiero es atraer estas polémicas hacia la entidad donde trabajo, la cual por su carácter público tiene que servir a toda la sociedad, cosa nada fácil en un entorno tan polarizado».
Tort no replicó otras opiniones donde se recordaba que los estatutos del Palau prohíben explícitamente que se dejen objetos encima las barandillas o los pasillos.
